Los bebés recién nacidos tienen una
cantidad tremenda de motivación intrínseca, dirigida a
lograr algún efecto visible en el medio ambiente.
Cuando los bebés se sienten recompensados por los
resultados de sus acciones, se sienten motivados a
continuar esas acciones. Estos intentos de controlar su
entorno son limitados para el niño pequeño, e incluyen
llorar, vocalizar, poner expresiones faciales y pequeños
movimientos de diferentes partes del cuerpo. Por lo
tanto, los juguetes que cambian o producen sonidos
cuando el niño los mueve son fuertes motivadores.